Autodescripción.
Mis manos casi siempre, han estado maltratadas: de pequeña comia uñas y sangraban, ahora, se mantienen con callosidades aptas para el oficio de la escultura.
Entré a la escuela de Bellas Artes con curiosidad y por azar para no salir de ella hasta aprender a fundir, tallar, modelar y sacar un título que me sirviera para conseguir una beca y viajar a Carrara. No he llegado a Italia aún; adopté México como segunda tierra al casarme con un Yaqui y terminé tallando dos hijos.
Cambié pañales sin abandonar nunca la dinámica del taller: usé el comedor, la cocina hasta llegar a las azoteas, espació privilegiado para trabajar con polvos cerámicos, cemento y arenas.
Tallé piedra, madera, nieve y modelé figuras en bronce y resinas.
En 1985, año del terremoto ,descubrí una fascinación por los desastres, sobre todo por el aspecto que toman con el tiempo, cuando la tierra se regenera.
El impacto fue duradero y , la visión cercana de la destrucción, generó un impulso vital que definió una estetica y una forma de ver el mundo.
Con el tiempo, la idea con ruinas, el silencio de la quietud y el abandono, continua. En estas ruinas brota la vida.
Salí a calcar banquetas, a fotografiar grietas, fragmentos de la urbe, composiciones urbanas……..y con el cemento, en el taller, construia, vaciaba y modelaba monolitos, formas.
La cerámica entró después en estas construcciones, de una forma visceral; le dio al rígido cemento un corazón, un alma orgánica que resume lo humano.
El vivir en esta gran urbe saturada, desordenada y ruidosa, me llena de sueños y presagios de horror y de belleza. Me remite constantemente a un pasado, a una cultura sobre la cuál está contruida esta ciudad, este país (que me acoge hace 30 años) y a un futuro global de urbes comparables a Shangai, Brasilia, los Emiratos Arabes…
ORACION
Modelando Monolitos Mitigo el Miedo